Ahora está turbada mi alma; ¿y qué diré? Padre, sálvame de esta hora. Mas por esto he venido en esta hora. Padre, glorifica tu nombre. Entonces vino una voz del cielo: Y lo he glorificado, y lo glorificaré otra vez. Juan 12:27, 28

Jesús había estado hablando con los que le rodeaban acerca de su muerte inminente. Mientras lo hacía, su alma se conmovió con este pensamiento premonitorio del sufrimiento y la oscuridad. Amigo, Jesús sabe lo que es sufrir. Él sabe lo que es tener un fuerte sentido de la oscuridad, la soledad y el dolor. Él sabe lo que es tener algo en el próximo calendario que no es agradable. Ama a Él por este en su hora oscura. Confía en Él y clama a Él en sus días pesados ​​sabiendo que Él, el Dios que es también el hombre, puede identificarse plenamente con usted.

También vemos aquí la fidelidad de Jesús en esta hora oscura. La parte natural del que no gozaba de sufrimiento y el dolor le hubiera gustado evitar esta hora de sufrimiento. Pero, se dio cuenta de que estos sufrimientos eran la razón por la que vino al mundo. Jesús no vino solo para proveer un buen ejemplo moral o para mostrar a la gente cómo llevarse bien con los demás (aunque nos dio el perfecto ejemplo que debemos seguir). Su misión era uno de sufrimiento, sufrimientos que eran meritorios por otros. El Padre había ordenado su muerte en la cruz, como el sacrificio perfecto que quitó la culpa de todos los que el Padre amó. En pocas palabras, si Jesús no hubiera accedido a esta hora de sufrimiento, no habría esperanza del perdón, la justificación y la vida eterna para usted y para mí.

Note lo que ganó en el corazón y la mente de Jesús: «Padre, glorifica tu nombre.» Aunque el sufrimiento iba a venir, su gran deseo era glorificar a su Padre en la compra de la redención de los pecadores. Que esa sea nuestra voluntad en cada momento, incluyendo a nuestros momentos oscuros … un deseo de glorificar a nuestro Padre. Cuando caminamos en tiempos difíciles, sin duda podemos orar por la liberación de las circunstancias difíciles si es la voluntad de Dios. Pero, también debemos orar: «Padre, que recibas la gloria de mí, en cualquier cosa me pasará.»

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