“Todo valle sea alzado, y bájese todo monte y collado; y lo torcido se enderece, y lo áspero se allane.”  Isaías 40:4

Esto es parte de la profecía de la venida del Mesías, Jesucristo. Usando el lenguaje figurativo, el autor señala dos tipos de personas: los humildes y los soberbios. Jesús habló de los «valles», las personas que son pobres de espíritu. Estos valles conocen su pecaminosidad y necesidad de un Salvador. Se inclinan ante Dios, humillándose a su palabra y su obra en sus vidas. A menudo, pueden ser despreciados por el mundo y soportar grandes sufrimientos. Pero, es bueno ser un valle…porque la escritura dice que los valles serán exaltados! Jesús dijo acerca de estas personas que el reino de los cielos les pertenece. No hay mayor exaltación!

Las montañas, sin embargo, se harían bajo. El orgullo se ven como haciendo bastante bien sin mucha ayuda de Dios. Ellos no ven la necesidad urgente de ser purificado y perdonado del pecado. Incluso pueden dar una apariencia justo en el exterior, y sin embargo, ser totalmente corrupto dentro. O bien ignoran la palabra de Dios o tuercen para que se ajuste a su propia agenda. Jesús habló con dureza a las montañas. Fueron humillados entonces, y Dios continuarán traerlos bajo.

¿Es usted un valle o una montaña? Si Jesús ha invadido su corazón, se le ha hecho un valle. La realidad, sin embargo, es que tratamos de construir esa montaña de nuevo, pero Èl en su gracia nos humilla vez tras vez. Que nuestros corazones eco de las palabras del himno, «Mi lugar más alto está postrando bajo a los pies de mi Redentor.»

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