«Pero el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo.» 1 Corintios 6:13
Los deseos naturales del cuerpo son poderosas. No son inherentemente malo, sino creados por Dios. Sin embargo, estos deseos cumplidos en formas ilegítimas, son destructivas y pecaminosas. Nuestros cuerpos están bajo nuestra propia regla, o de la regla de Jesucristo que produce la goza y la paz.
Hoy en día, muchas personas viven como si sus cuerpos fueran ahí para llevarles la máxima cantidad de placer en cualquier forma que se puede obtener. Todos podemos estar poderosamente tentados a seguir en el mismo curso. Es una mentalidad egocéntrica, y absorbida en la tierra. Pero, el plan de Dios es que el cuerpo es para un propósito más elevado, para el Señor mismo. Dios ha creado nuestros cuerpos y nuestros deseos de ser utilizados de una manera que traen gloria a Él como nuestro Creador y Redentor. Por lo tanto, hay ciertos límites que Dios ha establecido, para que pudiera ser honrado por la forma en que utilizamos estos dones llamados cuerpos.
Pero, para que nosotros no creer la mentira que dice que Dios está en contra de nosotros, y está ahí para robarnos nuestro placer, observe la última parte del versículo: el Señor para el cuerpo! Los límites de Dios son de la sabiduría, el amor y la bondad. Sus límites, cuando los sigamos, salvarnos de las consecuencias dolorosas y destructivas, y de deshonrar nuestro Señor. Sus límites requieren que andemos con el dolor de la auto-disciplina y la abnegación, pero los frutos de estos son la alegría y la paz y la verdadera satisfacción. Dios no está en contra de placer. Él es el autor de la misma. Placer segun Su camino es el más satisfactorio. Él es para los cuerpos que Él hizo y los que Él redimió por el sacrificio de su Hijo!
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