«Desde los días de vuestros padres os habéis apartado de mis leyes, y no las guardasteis. Volveos a mí, y yo me volveré a vosotros, ha dicho Jehová de los ejércitos…» Malaquías 3:7

Dios debe ser admirado y apreciado y adorado por su misericordia. Si Dios no era santo y no odia el pecado, entonces su misericordia no sería tan impresionante. Pero, al mismo Dios que nos ofendemos con nuestros pecados, se abre la puerta de la misericordia a los pecadores arrepentidos. En su mensaje aquí para Israel, Él da gran aliento para el arrepentimiento, con la promesa de que Él regresará a ellos. A pesar de que el pueblo de Israel tenían una larga historia de la rebelión, la paciencia generosa de Dios se ve en esta llamada al arrepentimiento.

¿Qué es lo que arrepentirse? Es de reconocer nuestras acciones pecaminosas como pecado ante Dios, y asumir la responsabilidad de ellos. Esto se llama confesión. Es para pedir el perdón de Dios de este pecado, basado en el sacrificio redentor de Cristo. Es un compromiso y deseo de apartarse de ese pecado, y en vez, hacer lo que agrada al Señor. El arrepentimiento se reconoce la necesidad de la gracia de Dios para perdonar el pecado y Su poder para vivir en justicia.

Para aquellos que nunca han realmente llegar a Dios a través de Cristo, hay una necesidad de arrepentirse ahora, abrazando Cristo en fe y amor. Pero, también hay una necesidad de auténticos discípulos a vivir una vida de arrepentimiento. El arrepentimiento no es solamente una sola acción, sino un estilo de vida. Porque pecamos todos los días, hasta cierto punto, todos los días tenemos que volver a Dios buscando Su misericordia y el poder. La alternativa es terrible. Muchas veces en la Escritura vemos la locura y la destrucción causada por el que continúa en pecado, negándose a volver a Dios. Que nosotros mostrar que apreciamos misericordia por girando a ella día tras día.

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