“Respondió Jesús y díjole: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá á tener sed; Mas el que bebiere del agua que yo le daré, para siempre no tendrá sed: mas el agua que yo le daré, será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.” Juan 4:13, 14

¡La gracia de Jesús de perdonar y cambiar los pecadores es notable! En esta ocasión su gracia se otorgó a una persona muy poco probable, de acuerdo con los estándares aceptables del día. En primer lugar, Jesús estaba en Samaria, un lugar que Judios evitarse. Judios y samaritanos no eran amables entre sí para decir lo menos. En segundo lugar, Jesús estaba hablando con una mujer. No era aceptable que los hombres tengan abiertamente conversación con las mujeres durante esa época. En tercer lugar, esta mujer en particular había vivido un estilo de vida abiertamente rebelde a los mandamientos de Dios. Ella había tenido cinco maridos, y actualmente estaba viviendo con un hombre con el que no estaba casada. En vez de evitar esta situación socialmente inaceptable, incómoda y verdaderamente corrompida, Jesús, no por accidente, habló con ella, todo con el propósito de llevarla a un conocimiento salvadamento de sí mismo.

Jesús habló con ella sobre el agua viva, un agua espiritual que sacia la sed del alma. Pero, Jesús no sólo habló con ella sobre el potencial bendición, Él tiernamente pero sin pedir disculpas, se enfrentó a ella con sus pecados. Jesús habló con ella sobre lo que la verdadera religión es en realidad. Más que una mera formalidad externa de las costumbres y los hábitos, los verdaderos adoradores de Dios se dedican a él desde el corazón, y adoran según lo que Él ha revelado de sí mismo en su Palabra. Finalmente, Jesús se reveló a ella como el Mesías, la provisión de gracia de Dios para los pecadores.

Usted puede o no puede haber vivido una vida tan abiertamente rebelde. Usted puede o no puede ser tan socialmente mal visto como esta mujer. Pero, amigo, usted y yo estamos tan necesitado de la gracia del perdón y la transformación de Jesús como esta mujer samaritana. Su gracia es algo digno de admirar. Su gracia es suficiente para cubrir el más pecador de los pecadores. ¿Ha bebido del agua viva de su gracia?

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