“…seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.” Efesios 3:18,19
Se siente insuficiente aun comentar sobre estas preciosas palabras … ¡porque lo es! Pero, vamos a intentar. En primer lugar, notemos que el amor de Cristo es real. No es una película de cuento de hadas o una teoría filosófica. Es una realidad. Era real cuando el Hijo de Dios estuvo de acuerdo antes de la fundación del mundo para asumir la naturaleza humana. Era real cuando Jesús perdonó a una mujer promiscua, e incluso cuando corrigió a sus discípulos erróneos. Era real cuando en silencio tomó el escupir y vergüenza de sus detractores, y en última instancia, la ira de Dios por pecadores en la Cruz. Es una realidad que todos los días nos debe llevar como creyentes a confiar, el descanso, la obediencia y adoración. Tómese el tiempo y reflexiónese sobre la realidad de la misma.
A continuación, tomamos nota de que no se puede comprender el amor de Cristo plenamente. Ninguno de nosotros jamás totalmente “entenderlo.” Pablo aquí ora para que los santos de Dios puedan ver qué tan alto y ancho y profundo y largo es el amor de Jesús. ¡Es un amor que excede a todo conocimiento! Es más profundo que las profundidades de nuestros pecados contaminados. Nos llevará a las alturas de la gloria. Es tan amplia que abarca a personas de todas las clases, de colores, culturas y orígenes, y los une en torno a la Cruz de Cristo. ¡Es tan largo como la eternidad!
Creyente, el amor de Cristo no es barato. No es voluble, y no es débil. Es fiel, fuerte y tiene un efecto purificador en el alma. Usted y yo nunca debe dejar de orar y buscar saber más de lo más profundo de ella, para que podamos ser llenos de toda la plenitud de Dios.
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