“Entonces uno de ellos, como se vió que estaba limpio, volvió, glorificando á Dios á gran voz y derribóse sobre el rostro á sus pies, dándole gracias: y éste era Samaritano.” Lucas 17:15,16

Esta fue la ocasión en que Jesús sanó a diez leprosos. La enfermedad física de la lepra era un símbolo que Dios usó para enseñar sobre la magnitud de las consecuencias del pecado. Los leprosos eran expulsados afuera de la sociedad y la enfermedad trajó la destrucción al cuerpo. El pecado separa de Dios y trae la destrucción mortal para el alma.

La Escritura registra deliberadamente la respuesta de éste leproso a su curación. Él glorificó a Dios a gran voz, y se postró a los pies de Jesús, profusamente dando gracias al Sanador. ¿Jesús te ha sanado de la lepra del pecado?

Si es así, ¿cuál es su respuesta?

¿Vive como si hubiera sido sanado?

Vivir como que estamos curados significa que tenemos un espíritu de alegría y profunda gratitud a Cristo. Aunque todavía luchamos con el pecado, debemos hacerlo con la mentalidad de, “Me ha sanado. Tengo la victoria a través de Jesús. La lepra del pecado no me va a conquistar.” No seas indiferente a su curación. Viva para la gloria del Sanador en toda la vida.

Otra parte de esta respuesta a la curación es, no vuelva a vivir en la colonia de leprosos! Ore por ellos y testifique la gracia de Dios a los que no se han sanado, pero no vuelva atrás y vivir como si usted sigue siendo un leproso. Que veamos el pecado en toda su fealdad y la gracia de Dios en toda su belleza.

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