“Abomínanme, aléjanse de mí, y aun de mi rostro no detuvieron su saliva.” Job 30:10
El sufrimiento no es una teoría abstracta. Es real y es difícil. Si usted está familiarizado con la historia de Job se le recuerda que él perdió su riqueza, sus 10 hijos, su salud y la buena opinión de sus amigos que buscó para que le asesoren. Leyendo más a fondo en el libro, el capítulo 30 registra cómo que incluso perdió el respeto de la gente en su comunidad. Un hombre que una vez había sido admirado y honrado era ahora un objeto de burla.
Nadie está exento de sufrimiento, incluyendo seguidores de Cristo. Nuestra tendencia en el sufrimiento es centrarse sólo en lo que estamos perdiendo, o en el peso de nuestras dificultades. Esto es natural porque el sufrimiento puede significar el dolor, la soledad, y preguntas sin respuesta. Pero nosotros como creyentes, también debemos recordarnos a nosotros mismos que hay mucho que nunca podemos perder. Si estamos en Cristo, perdonado y aceptado con nuestro Padre, estamos es una condición rica que no puede ser quitado. Nunca serán revocados las promesas de Dios a nosotros. La esperanza de la gloria es sólido y seguro. El acceso al trono de la gracia sigue abierta. El amor y la misericordia de Dios son para siempre. El compromiso del parte de Dios para seguir trabajando en nuestros corazones, protegiendo y nutriendo nuestra vida espiritual está todavía en vigor. Esas cosas que son más valiosos son también los más duraderos.
Pero, a pesar de que el sufrimiento trae inevitablemente alguna pérdida y la adversidad, Dios también nos puede hacer para ganar a través de nuestros sufrimientos. Esto no se dice a la ligera o para minimizar la dificultad de sufrimiento. Pero, Dios es tan grande que es verdad. Job perdió mucho, pero él también ganó una visión de la majestad de Dios que él no habría ganado sin su camina a través del sufrimiento. Cristo padeció una sola vez para nosotros, pero fue sólo por un rato, después de lo cual Él fue llevado a la gloria. Nuestros sufrimientos son como la suya, temporal, pero seguidos de gloria. ¡Este animado, santo que sufre! En Cristo, en última instancia, no se puede perder, y Él hará que usted gane ahora y para siempre.
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