Acordaos de las cosas pasadas desde los tiempos antiguos; porque yo soy Dios, y no hay otro Dios; y nada hay semejannte a mí.” Isaías 46: 9.

Dios tiene que recordar a su pueblo con frecuencia de las verdades básicas, pero profundas. Los seres humanos son criaturas propensas a la idolatría, la colocación de una gran confianza en algo que no sea el Dios vivo y verdadero. Confiamos en nuestra propia capacidad, la sabiduría o logros y éxitos. Confiamos en la riqueza, la promesa de los placeres de la vida, o individuos poderosos. Pero, en algún momento todas estas cosas tienen grandes limitaciones y, finalmente se fracasa o desilusiona.

Aquí, Dios interviene y habla claramente que sólo Él es digno de ser adorado y sólo Él es digno de plena confianza. Él es eterno, inmutable, omnipotente, justo y bueno, abundante en misericordia, gracia y amor, y posee la sabiduría perfecta. Él es supremo por encima de todos los demás seres y siempre cumple todos sus propósitos. Él es el único capaz de perdonar el pecado y hacer un pecador justo. Él tiene una relación personal con cada creyente. Es Él, y Él solo, y nadie más!

Piensa seria y honestamente por un momento. Pregúntate a ti mismo, donde la confianza es. ¿Está dispuesto a tener solamente la confianza 60, 70 o 80 por ciento en Dios? ¿Confías plenamente en la obra terminada de Cristo para hacerte justo delante de Dios? ¿Confías en su sabiduría para saber cómo vivir la vida y llevarte a través de temporadas difíciles? Pregúntate a ti mismo lo que adoras. ¿Dios es lo más precioso para ti? Es conocer y caminar con Jesús lo que te hace más feliz? ¿Estás encajando Dios alrededor de tu vida, o te adaptares a tu vida en torno a Dios?

Que tu y yo tomemos a corazón este poderoso recordatorio de hoy. Él es Dios, y no hay otro. Él es Dios, y no hay otro como él!

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