“Advenedizo soy yo en la tierra: No encubras de mí tus mandamientos.” Salmos 119:19
El cristiano no está en casa aquí en este mundo oscuro y corrupto. Por la gracia de Dios, hemos sido redimidos y perdonados y nos fue dada la promesa segura de vivir con nuestro Señor por una eternidad gloriosa. Pero, mientras esperamos ese día bendito, estamos llamados a vivir en esta tierra andando fielmente como discípulos de Cristo y haciendo el trabajo a lo que Dios nos ha llamado.
Esencial para el bienestar y el éxito de vivir esa vocación es la palabra de Dios. Por esta razón David oró, “No encubras de mí tus mandamientos.” Reconoció que su necesidad de la Palabra era grande. A través de las Escrituras, Dios nos da entendimiento, esperanza, corrección y una vista de su gran gloria.
¡Creyente, necesitas la palabra de Dios! ¿Te buscarás diligentemente a disfrutar más profundamente este tesoro? ¿Orarás esta misma oración que oró David? Si es así, encontrarás gran placer y fortaleza para tu alma, sabio consejo, y un espíritu a adorar a tu gran Salvador. ¡Dios honrará a quienes le buscan por medio de su Palabra!
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